La selección de Japón derrotó en la semifinal a Corea del Sur en penaltis mientras que Australia se deshizo de Uzbekistán con una goleada.
Japón y Australia se clasificaron para la final de la Copa de Asia 2011, que se disputa en Qatar, tras derrotar a Corea del Sur (2-2 y 3-0 en los penaltis) y a Uzbekistán (6-0), respectivamente.
Ambos equipos confirmaron los pronósticos y se citaron para una final que tendrá aroma de revancha, ya que los «samuráis azules» acabaron en 2007 con las ilusiones de victoria de los «socceros» en su primera participación asiática.
Abonados al sufrimiento este campeonato, los nipones vieron como una potente Corea del Sur les daba a probar su propia medicina y empataba el choque a dos goles en el minuto 119 para ir a una muerte súbita que sería trágica para los guerreros de Taeguk.
El héroe de la noche fue portero Eiji Kawashima, del Lierse belga, que logró detener dos de las tres penas máximas lanzadas por los coreanos.
Antes, el entrenador italiano Alberto Zaccheroni había ganado la partida táctica a su colega coreano Cho Kwang-Rae.
Consciente de que el peligro de Corea del Sur era la versatilidad en la conducción del juego de su estrella, Park Ji Sung, el ex director de técnico de Juventus y A.C. Milán decidió disputarle y esconderle la pelota.
Desde el primer minuto, la línea de tres de creación nipona, formada por Keisuke Honda (CSK Moscú), Makoto Hasebe (Wolfsburgo) y Shinji Kagawa (Borussia de Dortmund), se apropió del esférico, lo movió con mucho criterio y buscó los espacios obligando a los coreanos a correr más de la cuenta.
Por detrás, muy atentos a las ayudas y a las coberturas, Yasuhito Endo (Gamba Osaka) y Atsuto Uchida (Schalke 04) desactivaron el juego de Park y las opciones del centro del campo de enlazar con sus estiletes.
En el minuto 16, el lateral del Cesena italiano Yuto Nagatomo, que creó enormes problemas a la zaga coreana con sus subidas al ataque durante todo el partido, hizo una de las jugadas del torneo, pero su pase atrás lo remató Shinji Okazaki y dio en el palo tras una buena intervención del meta Jung Sung-Ryong.
Sería Corea del Sur la que cobraría ventaja cinco minutos después al transformar el centrocampista del Celtic de Glasgow Ki Sung-Yueng un penalti por empujón a Park cuando se colaba entre dos defensas.
Apenas sin tiempo para disfrutar de una ventaja que no habían merecido, Japón equilibró de nuevo el choque con un excelente gol de de Ryoichi Maeda.
El partido mantuvo la misma tónica tras el descanso, con Japón bien asentado desde el medio campo hacia arriba -pero desajustado en defensa- y Corea del Sur tratando de hilvanar su juego con mucha más asiduidad.
La posesión se equiparó y el partido se convirtió en un intercambio de ataques plagado de calidad y oportunidades, aunque todas ellas desperdiciadas.
A los cinco minutos de la prórroga, el árbitro decretó como pena máxima un empujón del defensa Hwang Jae-Won sobre Okazaki, una pesadilla para la retaguardia coreana toda la noche.
El penalti lo ejecutó muy mal Honda, pero el rechace del portero lo envió a la red al centrocampista del Asburgo alemán Hajime Hosogai, que había entrado en el equipo diez minutos antes
Corea del Sur, consciente de que se le escapaba la posibilidad de llegar a la final tras más de medio siglo sin ganar el campeonato pese a ser uno de los mejores equipos de continente, echó el resto en los quince últimos minutos hasta que logró equilibrar el marcador en el 119, tras un fallo defensivo en cadena.
La otra semifinal careció de cualquier tipo de historia, ya que la mayor experiencia y tensión competitiva de los «europeizados» jugadores australianos les sirvió para arrasar a una Uzbekistán de la que se esperaba más.
Después de haber desplegado uno de los juegos más sólidos del torneo, los centro-asiáticos recibieron un severo varapalo fruto del error de planteamiento de su entrenador, Vadim Abramov, la intranscendencia de su estrella, Server Djeparov, y la auto-expulsión de su delantero Ulugbek Bakayev.
Dado a mover el banquillo en función del partido, el entrenador uzbeko sorprendió de salida dejando fuera al extremo del Volga ruso Sanjar Tursunov, clave en la victoria en cuartos, y Odil Ahmedov, centrocampista joven y fino del Pakhtakor.
Cuando quiso rectificar, su equipo perdía ya por dos goles, obra de un renacido Harry Kewell, del Galatassaray turco, y del central gigantón Sasa Ognenovski.
En la segunda parte, con la expulsión del delantero uzbeko y la descomposición del combinado centroasiático, Australia goleó a placer al contraataque con tantos de David Carney (66), Brett Emerton (75), Carl Valeri (82) y Robbie Kruse (m.83). (Javier Martín/EFE)
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