Japón: hablar mal de otros puede acortar nuestras vidas en 5 años

Fuji TV

Si hablamos mal de otra persona diciendo que es tonta, se supone que nosotros somos inteligentes. Si decimos que viste mal, de manera implícita afirmamos que nosotros vestimos bien.


Siempre estamos comparándonos con otros. Y hablar mal (warukuchi, según los japoneses) de otras personas implica ponernos por encima de ellas.

¿Creernos mejor que otros denostándolos nos hace bien? No, todo lo contrario. Hablar mal del prójimo es malo para la salud (la nuestra) y puede acortar nuestras vidas hasta en cinco años, según un reportaje de la revista Josei Seven, que reproduce Japan Today.

El psiquiatra Shion Kabasawa sostiene que el cerebro está configurado de tal manera que las burlas e insultos que lanzas hacia los demás son un bumerán. Tú mismo terminas haciéndote año.


El experto lo explica con un ejemplo.

Si estás caminando por la calle y de pronto escuchas a alguien gritar: «¡Maldito estúpido!», dentro de ti se activa de inmediato un estado de alerta, causado por la amígdala (“la zona más primitiva del cerebro”). La reacción no es pensada, sino instintiva.

“La parte pensante del cerebro”, la corteza prefrontal, es más lenta. Cuando se activa, dice el psiquiatra, y te das cuenta de que el grito no estaba dirigido a ti, ya es tarde. “El daño ya está hecho”. Insignificante, sí, “pero el estrés se acumula y cada pequeño detalle cuenta”.


A continuación, el meollo del asunto. El experto revela que la amígdala no hace distinción entre lo que escuchas y lo que dices. Es decir que para ella da lo mismo quién grite “¡Maldito estúpido!”, si tú u otra persona. Igual se pone en alerta ante el peligro o el daño. Y aparece el estrés.

Cuando tú hablas mal de otros, tú mismo te estresas. Y mientras más lo hagas, más te estresas.


El estrés, dice Kabasawa, lleva a comer en demasía y dormir mal, con sus consiguientes daños para la salud.

Otra cosa: mientras más se activa la amígdala, más debe actuar la corteza prefrontal para “calmarla”. Y si esta trabaja en exceso, puede agotarse prematuramente, causando pérdida de memoria, entre otros males.

En suma, hablar mal de otros no solo es feo, sino que además nos hace daño. No hay motivos para hacerlo. (International Press)

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