Sociedad de derechos de autor en Japón usa espías en karaokes y escuelas de música

Se hizo pasar por un ama de casa que quería tomar clases de violín en la escuela de música Yamaha en Tokio. En realidad, era una espía.


En mayo de 2017, la mujer visitó la escuela para observar una lección. Poco después, se inscribió para recibir clases y fue alumna durante dos años. Incluso actuó en un recital en el que participaron estudiantes de Yamaha.

La alumna, sin embargo, resultó ser una empleada de la Sociedad Japonesa de Derechos de Autores, Compositores y Editores, la organización de derechos de autor más grande de Japón, revela Asahi Shimbun.

La sociedad de derechos de autor libra una batalla legal contra escuelas de música, karaokes y estudios de danza, entre otros negocios que utilizan canciones como parte de sus operaciones comerciales.


En una de las clases en la escuela de música Yamaha, la espía observó cómo el profesor utilizaba una canción de «La bella y la bestia» con sonidos de acompañamiento preparados por la escuela.

La sociedad tiene los derechos de autor de la canción y asegura que la escuela está utilizándola con fines comerciales y beneficiándose de ella, motivo por el cual está obligada a pagar regalías.

En febrero de 2017, la organización anunció que recaudaría regalías de las escuelas de música equivalentes al 2,5 % del dinero recibido por las clases.


Las escuelas no se quedaron de brazos cruzados y alrededor de 250, entre ellas Yamaha, presentaron una demanda en el Tribunal de Distrito de Tokio alegando que la sociedad no tiene derecho a pedir regalías por derechos de autor.

La espía testificará en el juicio y el tribunal decidirá si la reproducción de música en clases debe considerarse como actuación pública y, por lo tanto, estar sujeta a pagos de derechos de autor.


La sociedad de derechos de autor ha ganado juicios similares a karaokes y estudios de danza.

El uso de CD de música para clases de baile y el canto de clientes en karaokes se ajustan al propósito de hacer que la música sea escuchada directamente por el público, razón por la cual estos negocios deben pagar regalías, según los fallos.

El caso de la espía en Yamaha no es aislado. La sociedad manda empleados a karaokes para que se hagan pasar por clientes y graben en secreto todo lo que ocurre. (International Press)

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