Maruyama tuvo que retractarse y disculparse. Si el político de 35 años creyó que con eso bastaría para disipar el escándalo y pasar la página se equivocó.
En una medida inusual, la cámara baja aprobó una resolución que exhorta al hombre a decidir si presenta su renuncia al Parlamento por su exabrupto, informó Kyodo.
Los partidos de gobierno y de oposición, ocho en total, se unieron para elaborar la resolución -adoptada por unanimidad- que sostiene que Maruyama no está calificado para ser parlamentario.
Los colegas del vapuleado legislador lo critican duramente por emitir “comentarios inconcebibles” y expresarse contra el pacifismo consagrado en la Constitución japonesa. Sus palabras «dañaron seriamente los intereses nacionales».
Es la primera vez que la Dieta adopta una moción de esa naturaleza. Sin embargo, la resolución no es legalmente vinculante, motivo por el cual el aludido no está obligado a dimitir.
Maruyama se resiste a renunciar alegando que su futuro depende de los votantes.
El incidente ocurrió durante una visita realizada por una delegación japonesa a una de las islas en disputa como parte de un programa de intercambio ruso-japonés.
Maruyama se emborrachó y le preguntó al líder de un grupo de exresidentes japoneses de la isla si apoyarían una guerra contra Rusia para recuperar los territorios que Japón perdió tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno de Japón tomó distancia de la posición de Maruyama y se reafirmó en su compromiso de buscar una solución al conflicto territorial a través de negociaciones diplomáticas. (International Press)
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