Migrino Marrione es un adolescente filipino de 16 años que tiene planeado estudiar en un koko en la ciudad de Toyohashi, prefectura de Aichi. Su sueño es ser chef y tener un restaurante. El koko es su primer paso hacia ese sueño.
En una entrevista concedida a Mainichi Shimbun, Migrino mezcla japonés, inglés y tagalo para decir: «Estoy feliz de que los chicos como yo tengan más oportunidades de estudiar».
El adolescente celebra la decisión del Ministerio de Educación de Japón de enviar notificaciones para que los niños extranjeros, incluyendo a aquellos que han superado la edad de escolarización obligatoria, asistan a la escuela.
Migrino es hijo de una filipina de 33 años que en junio de 2017 se casó con un japonés.
En abril pasado, la familia se mudó a Toyohashi. El municipio y una escuela permitieron que el adolescente ingresara a tercer año de secundaria. Pese a que estaba por encima de la edad de escolarizacion obligatoria, comprendieron su situación.
Para el chico fue un motivo de gran satisfacción. Cuando estaba en casa, sin poder asistir a la escuela, se sentía angustiado mientras veía a otros chicos ir a estudiar.
Aunque su familia temía que fuera víctima de ijime debido a su insuficiente dominio del idioma japonés, el colegio fue una feliz etapa de su vida. «Pude hacer amigos y encontrar mi sueño en Japón gracias a la escuela», dice.
Si a Migrino no le hubieran permitido asistir al colegio, no podría estudiar en el koko, dice su mamá. Es triste que los chicos no puedan ir a la escuela solo por tener un año más de la edad escolar estándar ya que eso tiene un gran impacto en sus vidas, añade.
La mujer espera que, como en el caso de su hijo, más escuelas permitan que los niños estudien “sin importar su edad».
El tiempo dirá, finalmente, si Migrino consigue hacer realidad su sueño, pero que al menos tenga la oportunidad de luchar por él a través de los estudios ya es un logro. (International Press)
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