Harumafuji, un intelectual de buen corazón que contradice su imagen de violento

El luchador Harumafuji pasará a la historia como el yokozuna que tuvo que retirarse del sumo por agredir a un colega. Un acto de violencia que cierra la carrera de un hombre cuya última imagen no se condice con la buena opinión que mucha gente que lo conoce tiene de él.


Sus allegados lo describen como una persona amable, empática y con inquietudes intelectuales, revela Asahi Shimbun.

Por ello, les cuesta imaginar al luchador mongol como un hombre violento.

Yoshiyuki Okamoto, profesor de economía en la escuela de posgrado de la Universidad Hosei, se refiere al luchador como “una persona muy seria con una fuerte curiosidad intelectual”.


En 2014, Harumafuji se inscribió en la escuela de posgrado porque quería aprender más sobre la economía y el sistema educativo de su país. El yokozuna estudiaba durante el tiempo libre que le dejaba el sumo. Asistía a clases los sábados y los días de semana en la noche. En marzo dejó los estudios para concentrarse totalmente en el sumo.

Después de que el incidente se hizo público, Okamoto le escribió un mail en el que le decía que estaba metido en un grave problema. El luchador le respondió: “Haré lo mejor que pueda”.

Okamoto aún no se repone de lo ocurrido. «Es un intelectual que se preocupa por otras personas. ¿Cómo pudo haber ocurrido un escándalo así? Es realmente triste», declara a Asahi.


Mitsuo Endo, jefe del gimnasio donde el luchador comenzó a entrenarse a los 18 años, afirma que si bien la violencia no es buena, el retiro de Harumafuji es lamentable.

“Harumafuji se retiró sin dudar antes de que oficialmente se lo exigieran. Ese es su carácter. Pienso que el sintió que no quería causar problemas a sus seguidores», dice.


 

CAUSAS HUMANITARIAS

El establo Isegahama, al que pertenecía Harumafuji, tiene un campo de entrenamiento de verano en un santuario en el pueblo de Yahiko, prefectura de Niigata.

En 2015, el santuario abrió un nuevo dohyo y Harumafuji participó en su inauguración. Gracias a él, Yahiko inició un programa de intercambio de estudiantes de secundaria con un pueblo mongol.

El alcalde de Yahiko revela que Harumafuji se ofreció como voluntario para servir de puente entre los dos pueblos antes de que comenzaran los intercambios.

El yokozuna también apoya causas humanitarias.

El fotógrafo Hiroyuki Usami encabeza una organización con sede en Tokio que ofrece ayuda médica a niños en Mongolia, a la que el luchador pertenece desde 2008 y apoya pidiendo donaciones o dando auxilio emocional a los niños con enfermedades del corazón.

«Él es honesto y tiene modales. Él se preocupa por los demás, como lo demuestra el uso de una parte de sus ganancias para construir una escuela en Mongolia. La violencia no es buena, pero la pérdida (causada por su retiro) es inmensa», dice el fotógrafo.

Harumafuji también apoya a una organización que suministra ambulancias japonesas y otros vehículos a Mongolia. El luchador perdió a su padre en un accidente de tráfico.

¿Qué dicen en su país de origen?

Harumafuji es inmensamente popular en Mongolia, donde es considerado como una persona tranquila y un intelectual, cuenta Asahi.

El escándalo ha sido un golpe para sus fans.

Un periodista mongol minimizó el incidente diciendo que una pelea es algo que ocurre a menudo en Mongolia.

El hombre dice que no puede entender por qué se ha sobredimensionado lo ocurrido. Además, cuenta que muchos en su país creen que Harumafuji se ha visto forzado a apartarse del sumo porque los luchadores japoneses no podían derrotarlo.

No todos, sin embargo, piensan así. Un ingeniero mongol dice que “Harumafuji hizo lo que un yokozuna no debe hacer”. (International Press)

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