Antonio Hermosín / EFEC
Los datos de desempleo, inflación y producción industrial de Japón publicados el viernes confirman la buena marcha de la tercera economía mundial, lo que podría ayudar al primer ministro, Shinzo Abe, de cara a las elecciones anticipadas del próximo mes.
Los últimos indicadores económicos publicados por el Gobierno ofrecen buenas perspectivas para la economía nacional justo un día después de que Abe proclamara la disolución de la Cámara Baja del Parlamento y convocara comicios para el próximo 22 de octubre.
El pasado agosto, la inflación registró su octava subida interanual consecutiva y aceleró su avance, mientras que la producción industrial creció por encima de las predicciones de los analistas y el desempleo se mantuvo en niveles mínimos.
El índice de precios de consumo (IPC) de Japón avanzó un 0,7 % interanual y mantuvo así la progresión iniciada en enero, cuando el indicador experimentó su primer avance en 13 meses, aunque aún está lejos de alcanzar el objetivo del 2 % fijado por el Banco de Japón (BoJ).
Esta entidad activó en 2013 un gigantesco programa de flexibilización monetario para dejar atrás el largo ciclo deflacionario que atraviesa el país, aunque la caída de los precios del crudo y la ralentización global le han obligado a retrasar su meta hasta 2019 y a activar otras medidas adicionales.
Por su parte, la producción industrial, considerada clave para anticipar la marcha de una economía altamente dependiente del sector manufacturero, avanzó en agosto un 2,1 % con respecto al mes precedente y repuntó así tras su retroceso de julio.
Asimismo, la tasa de desempleo de Japón se mantuvo en el 2,8 % en agosto, la misma cifra que los dos meses precedentes y la más baja en los últimos 22 años.
No obstante, los datos de oferta y demanda de empleo -por cada 100 demandantes de empleo se ofertaron 152 puestos en agosto- pusieron de relieve la extrema rigidez del mercado laboral nipón y la carencia de mano de obra en un país en pleno declive demográfico.
La mejoría macroeconómica también queda empañada por el dato del gasto de los hogares, que volvió a retroceder en agosto y recordó la persistente debilidad del consumo interno, que representa el 60 % del PIB y supone actualmente el principal punto flaco de la potencia nipona.
A todos estos indicadores se suma la evolución del producto interior bruto (PIB), que entre abril y junio avanzó un 0,6 % respecto al trimestre anterior, lo que supone la sexta subida trimestral consecutiva y su mejor racha en más de una década.
En conjunto, los datos son alentadores sobre la efectividad de la estrategia de estímulo económico conocida como «Abenomics», puesta en marcha por el primer ministro nipón desde su llegada a poder a finales de 2012.
La estrategia arrojó resultados dispares para una economía que ha atravesado altibajos hasta bien entrado 2016, y que sólo ha logrado dar el salto en una coyuntura global más propicia y favorecida por la devaluación del yen, que beneficia al músculo exportador nipón.
El propio Abe ha justificado la convocatoria electoral más de un año antes de que termine la actual legislatura por la necesidad de revalidar su mandato para culminar la implementación de «Abenomics», así como para reforzar su apoyo popular ante la crisis de Corea del Norte.
El primer ministro afirmó que «Abenomics funciona» y señaló que ahora «es el momento de ir más allá y aplicar las últimas fases para garantizar el crecimiento», al anunciar en rueda de prensa la disolución del Parlamento a comienzos de semana.
Abe también adelantó un plan de estímulo económico de 2 billones de yenes (14.972 millones de euros o 17.800 millones de dólares), que se pondría en marcha de ganar las elecciones, que sería financiado con la nueva subida del impuesto sobre el consumo prevista para 2019.
Los partidos de la oposición y algunos analistas han acusado a Abe de oportunismo por adelantar los comicios sin suficientes razones de peso, en un momento en el que el viento corre claramente a favor del líder conservador para extender su mandato.
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