Acoso callejero, la odisea violenta de cada día para las mujeres en Asunción

Una costumbre socialmente tolerada

Ministerio de la Mujer de Paraguay.

Silbidos, comentarios soeces, piropos y roces son algunas de las situaciones que enfrentan cada día las mujeres al usar el transporte público o caminar por las calles de Asunción, donde el acoso callejero se percibe como una costumbre de los varones, y no como una forma de violencia machista.

Según el Ministerio de la Mujer de Paraguay, el acoso callejero es un tipo de violencia que las mujeres padecen «de forma cotidiana» en el país, dado que los hombres no reconocen este acto como violencia y las mujeres rara vez se defienden de estos ataques.


La Municipalidad de Asunción estudia ahora un proyecto de ordenanza para prevenir, sancionar y erradicar esta forma de violencia.

El proyecto contempla multas económicas para quienes acosen, pero también implica un esfuerzo importante de sensibilización ciudadana, para que esta forma de violencia deje de verse como algo normal.

El acoso callejero comprende miradas lascivas, agresiones verbales, bocinazos, persecución en la calle, tocamientos en el autobús, exhibicionismo o masturbación pública, y llega incluso en ocasiones a la amenaza de una violación, explicó a Efe la abogada e investigadora feminista Mirta Moragas.


«El acoso callejero es una intromisión de los varones en el cuerpo de las mujeres, que se sienten autorizados a opinar sobre su aspecto. Es un comportamiento tolerado y legitimado socialmente», expuso.

 

«Es lo que piensan muchos varones: que las mujeres incitamos al acoso por nuestra forma de vestir, o incluso que nos gusta que nos hagan comentarios por la calle».

Según Moragas, esta aceptación social del acoso se basa en que «históricamente los cuerpos de las mujeres han sido considerados como propiedad de los varones», y también en que la mayor parte de la sociedad considera que el acoso callejero «no es tan grave, no tiene importancia».


Por este motivo, dijo que las denuncias sobre acoso callejero frecuentemente no son escuchadas, porque en el imaginario de muchos policías y operadores de Justicia persiste la idea de que «si no hay sangre, no es violencia».

Sin embargo, Moragas declaró que el acoso callejero es un tipo de violencia que hace sentir temor a las mujeres, limita su libertad e interfiere en su vida cotidiana, a la hora de decidir qué ropa ponerse, por qué calles caminar o qué líneas de autobús tomar para evitar ser acosadas.


«Las mujeres no tenemos la misma libertad de tránsito que los varones. El acoso impone una serie de medidas de control social, y sirve para recordar además que, según la mentalidad machista, el espacio público está vedado a las mujeres, cuyo lugar debe ser la casa, el espacio privado», opinó Moragas.

También advirtió que, en los casos de acoso callejero, la responsabilidad se traslada a la víctima para que se cuide, en lugar de al victimario para que no acose, de forma similar a lo que ocurre con otros tipos de violencia.

La experta recordó que muchas mujeres son víctimas de acoso callejero ya desde que son niñas o adolescentes, pero carecen de herramientas para identificarlo o pedir ayuda, por lo que pidió que se instalen políticas de educación sexual en las escuelas.

Uno de estos casos de acoso en la adolescencia lo cuenta Jannina Barreto, una estudiante de diseño en la Universidad Nacional de Asunción, que recuerda cómo un motociclista le tocó las nalgas a su amiga mientras caminaban juntas por la calle, volviendo del colegio.

Barreto, que hoy está realizando una investigación académica sobre acoso callejero, explicó a Efe que este tipo de violencia continúa presente cada día en las mujeres adultas, y que muchas de ellas sienten miedo, asco o ira cuando reciben agresiones, pero también vergüenza o culpa.

«Sientes mucha vergüenza, te preguntas qué hiciste vos para que te acosaran. Es lo que piensan muchos varones: que las mujeres incitamos al acoso por nuestra forma de vestir, o incluso que nos gusta que nos hagan comentarios por la calle», afirmó.

Sostuvo que el acoso es «una invasión del espacio privado que incomoda e intimida a las mujeres», y reclamó el derecho que tienen las féminas «a caminar tranquilas por la calle».

Para ella, el acoso callejero es una consecuencia de una sociedad machista como la paraguaya, pero también de que la imagen de la mujer en los medios de comunicación esté «muy sexualizada», y de que la publicidad emplee siempre «el cuerpo de las mujeres para vender productos». (EFE)

 

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