En 24 años chef japonés no ha subido sus precios en memoria de su esposa

 

El menú que ella, que murió en el terremoto de Kobe, escribió en 1991 permanece intacto


Sushi

Durante casi un cuarto de siglo, el cocinero Kazuyoshi Ueno, de 71 años, ha mantenido los mismos precios de su restaurante Nadazushi en memoria de su esposa Michiko, que murió durante el terremoto de Kobe en 1995.


Michiko, que tenía 47 años cuando falleció, escribió el menú en 1991. Su letra, pese al tiempo transcurrido, aún puede leerse con claridad.

Ueno le cuenta a Asahi Shimbun que su cónyuge era una mujer humilde que agradaba a los clientes. «La gente decía que mi restaurante prosperó gracias a mi esposa», añade.

El sushi bar suele estar lleno. La mayoría de sus usuarios son antiguos clientes. Hoy conoce la bonanza, pero casi cierra tras el terremoto de hace 20 años.


El día en que se produjo el seísmo, Michiko durmió en el primer piso de la casa de los Ueno porque tenía la pierna rota. Su esposo lo hizo en la segunda planta. El terremoto derrumbó el segundo piso y aplastó a la mujer. 20 años después, Ueno se lamenta: “Debí haberla obligado a dormir arriba conmigo”.

Kazuyoshi y Michiko se conocieron cuando él tenía 25 años y estudiaba para ser chef. Se casaron un año después. Cinco años más tarde abrieron Nadazushi.


El terremoto lo cambió todo. El sushi bar no sufrió graves daños, pero fue clausurado.

Los pedidos de clientes habituales –como aquel que le escribió: “Maestro, ¿podría abrir su restaurante? Es una cosa triste (que haya perdido a su esposa), pero no se rinda”– lo empujaron a reabrir su restaurante un mes después del desastre.

Sin embargo, todo era diferente. Ueno se sentía solo sin su esposa y comenzó a ahogar sus penas en el alcohol.

Dos años después, su vida volvió a cambiar, pero esta vez para bien. Su hijo mayor, Yoshihiro, que trabajaba en un importante fabricante de productos lácteos, le dijo que quería seguir sus pasos y heredar el sushi bar.

De este modo, Yoshihiro honraba la promesa hecha a su madre, quien cuando su hijo dejó Kobe para asistir a una universidad en Tokio le pidió que retornara a casa si algo le pasaba a su papá.

La decisión de su hijo dio un nuevo impulso a Ueno, quien recuperó su entusiasmo por el trabajo. Mientras más Yoshihiro aprendía sobre el negocio, menos bebía Ueno.

«Quiero ayudar a mi padre tanto como sea posible», declara Yoshihiro a Asahi.

El gesto de Ueno ha tenido un benéfico efecto expansivo. Algunos proveedores del restaurante, enterados de su situación, le venden a precios reducidos.

«Los clientes que conocían a mi esposa todavía nos visitan», dice Ueno. «No quiero quitar el menú que ella escribió. No puedo aumentar los precios». (International Press)

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