Reto de Japón, transmitir beneficios del crecimiento a zonas rurales y clase media

Zona rural de Japón (foto candobetter.net)

 

Programa económico favorece principalmente a las grandes empresas


Andrés Sánchez Braun / EFE

 


Zona rural de Japón (foto candobetter.net)
Zona rural de Japón (foto candobetter.net)

Los japoneses acuden a votar el próximo 14 de diciembre con la disyuntiva de dar continuidad a «Abenomics», el agresivo modelo económico del primer ministro, Shinzo Abe, que a pesar de sus logros todavía plantea muchas dudas.

Aunque ha beneficiado principalmente a grandes empresas y a capitales financieros, la fórmula de Abe, que aboga por una política monetaria ultraflexible, un gasto público considerable y un paquete de reformas estructurales para dejar atrás la deflación, logró situar a Japón en una senda de crecimiento hasta marzo de este año.

La aplicación el pasado 1 de abril de una subida del IVA, acordada por el Parlamento en 2012 poco antes de que Abe llegara al cargo, ha ahogado el consumo, principal motor de la economía nipona, por lo que el jefe de Gobierno decidió cancelar otro incremento pactado para 2015 y convocar comicios para refrendar su propuesta.


El primer ministro está convencido de que la culminación de su programa, sin el escollo de una nueva subida del IVA, logrará una sólida reactivación de la economía de Japón por primera vez en más de dos décadas.

La impresión mayúscula de dinero por la que apuesta «Abenomics» desde abril de 2013 ha logrado abaratar desde entonces considerablemente el yen (un 30 y un 25 por ciento frente al dólar, y el euro, respectivamente), lo que ha mejorado el rendimiento de los grandes grupos exportadores nipones.


El incremento de sus beneficios ha disparado la Bolsa de Tokio (el selectivo Nikkei ha escalado un 50 por ciento desde abril de 2013) y ha logrado que el mercado laboral se encuentre en su mejor momento en dos décadas con un desempleo por debajo del 4 por ciento.

Al «Abenomics» le resta la tarea pendiente de transmitir ese crecimiento a las deprimidas y cada vez más despobladas zonas rurales, así como al grueso de la clase media.

Abe está asegurando durante la campaña que esta mejora del rendimiento corporativo activará un ciclo que se traducirá en incrementos salariales, un mayor desembolso de los hogares y en el ansiado fin del ciclo deflacionario.

Pero hasta el momento, la caída del yen no sólo no ha beneficiado sustancialmente al hogar medio y a las pymes, si no que empieza a perjudicarlos por el aumento del coste de las importaciones de un país que carece de importantes reservas de recursos naturales.

Es lo que viene denunciado el principal bloque opositor, el Partido Democrático (PD), que cree que «Abenomics» ha ampliado la brecha entre ricos y pobres y entre regiones opulentas y decadentes y llama a recuperar la «próspera clase media» de Japón con una serie de incentivos fiscales y ayudas públicas a los más desfavorecidos.

Las últimas cifras amparan el mensaje; el último dato revisado muestra que el consumo apenas avanzó 0,4 por ciento intertrimestral en julio-septiembre.

Sin embargo, los sondeos siguen otorgando a Abe una victoria aplastante, algo que los analistas atribuyen a la mala gestión e incapacidad para reactivar el crecimiento económico que mostró el PD durante su mandato (2009-2012).

«Sin expansión económica es normal que cualquier política que promueva la redistribución de la riqueza acabe por no funcionar bien», explicó recientemente el economista Goshi Kataoka, analista de Mitsubishi UFJ Research and Consulting, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.

De este modo, gran parte de los japoneses optarán, según los sondeos, por el primer ministro y su estrategia el 14 de diciembre con la esperanza de que el «Abenomics» active el mecanismo de crecimiento y subidas salariales.

Pero, tal y como subrayan expertos que ven en la propuesta de Abe una estrategia prometedora, para ello será necesario erigir la tercera columna del programa: la desregulación de los sectores más anquilosados.

Esta tercera pata del «Abenomics» es sin duda la meta más complicada por la presión que ejercen diversos grupúsculos sobre la Dieta (Parlamento) y el propio PLD, pero, para muchos, constituye la única vía para que la tercera economía del mundo recupere su competitividad.

 

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