Centro empresarial peruano japonés

Importaciones Hiraoka, uno de los más exitosos emprendimientos de un inmigrante japonés (foto "La Memoria del Ojo")

Colectividad nikkei debe recuperar espíritu emprendedor de los inmigrantes japoneses



Importaciones Hiraoka, uno de los más exitosos emprendimientos de un inmigrante japonés (foto "La Memoria del Ojo")

Por: Arturo Nakandakari Ykey*

El pasado siglo XX fue testigo de dos importantes movimientos migratorios para la colectividad peruano japonesa. A inicios de siglo, la llegada de los issei al Perú y a finales de siglo la partida de los nikkei a Japón. El objetivo común, bienestar socioeconómico para el migrante y su familia.

Al comienzo los issei y sus familias vivieron y trabajaron en condiciones precarias. Al progresar unos abrieron sus propios negocios; otros compraron establecimientos a los chinos e italianos. En 1904 se abrió el primer establecimiento japonés. En 1907 con 25 peluquerías se funda la primera asociación de la colectividad, la Asociación de Peluqueros, que por aquella época asumió la representación de la colonia. En 1915 se formó la agrupación de comerciantes. A medida que crecía la diversificación de los negocios, se formaban otras asociaciones, como de restaurantes, bazares o ferreterías.


En 1930 residían en el Perú 20.385 inmigrantes, quienes a esa fecha ya contaban con 428 bodegas, 245 cafetines, 191 peluquerías, 148 carpinterías, 122 restaurantes, 122 carbonerías, 63 bazares y 47 talleres de confecciones, entre otros negocios.

Es fundamental reconocer (en el año del Centenario de Asociación Okinawense del Perú) el rol estratégico que cumplió el tanomoshi, para entender el destacado  desarrollo socioeconómico de nuestra colectividad peruano japonesa.


Esta tradición okinawense de reunir a los familiares y amigos para fortalecer los lazos de unión y cuyo espíritu de confraternidad sirvió de marco para la solidaridad y ayuda mutua entre sus miembros se convirtió en el Perú en una institución trascendental que promovió la unión de los cada vez más numerosos inmigrantes, que necesitaban no sólo de ayuda económica para el financiamiento de sus negocios, sino también de información y nuevos conocimientos para atender problemas cotidianos, como aprender primeros auxilios o nuevos oficios como el de panadero, comerciante, peluquero, sastre o relojero.

Los inmigrantes más instruidos enseñaban a quienes lo necesitaban. En general los inmigrantes más antiguos brindaron orientación, consejo y pautas de convivencia necesarias para el correcto desenvolvimiento de los nuevos inmigrantes en la sociedad peruana. Gracias a ello, progresivamente pudieron trasladarse de las zonas rurales a las ciudades con nuevos conocimientos y habilidades para ganarse la vida en la nueva realidad urbana.

Hoy nuestra colectividad cuenta con importantes instituciones en el ámbito educativo, cultural, deportivo, de salud, social, asistencial, gremial y financiero entre otros; sin embargo, ya no contamos con instituciones enfocadas en la promoción y desarrollo del emprendimiento (como la asociación de peluqueros) y que constituyan fuentes de financiamiento para diversas e importantes actividades de nuestra colectividad.

Hoy como ayer nuestra comunidad nikkei debe perseverar en el camino del progreso, implementando nuevas estrategias que promuevan el fortalecimiento de la economía de las familias, por cuanto esta acción, en su efecto multiplicador, beneficiará a los Kenjinkai y estos consecuentemente revitalizarán nuestras instituciones y su aporte a nuestra patria, el Perú y la patria de nuestros ancestros, Japón.

Es necesario entonces contar con un Centro Empresarial. Esta fundación para el desarrollo socioeconómico podrá articular servicios como:

  • Proveer información estratégica para identificar oportunidades y riesgos en los negocios.
  • Apoyar la creación de pymes, mediante incubadoras de empresas.
  • Brindar servicios de consultoría para el crecimiento de las empresas e instituciones y asesoría para el éxito del desempeño de los profesionales y directivos.
  • Retroalimentar el sistema, reproduciendo los casos de éxito y aprendiendo de los fracasos.

El presente siglo XXI reta a nuestra colectividad a superarnos continuamente, tal como hizo en su oportunidad cada generación que nos antecedió. Inspirados en el espíritu del Yuimaru retomemos la vitalidad para la prosperidad de nuestra colectividad.

*Ingeniero industrial con estudios en administración de empresas, comercio internacional y marketing. Fue dekasegi entre 1990 y 1994.

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