Editorial: El voto anti-Ozawa

El NO a Ozawa era clarísimo. Con semejante ventaja ¿cómo es posible que el poder de Kan sea tan pírrico e insuficiente?

El martes 14, Naoto Kan ganó las elecciones internas del Shaminto, el Partido Democrático de Japón, sobre el controvertido Ichiro Ozawa en medio de un intenso intercambio de propuestas y debates que acaparó horas de transmisión de TV, portadas de diarios y revistas y mítines públicos.


Semejante muestra de democracia hubiese sido bien valorada si no fuera porque quienes enfrentaron a Kan eran las mismas personas que hace tres meses habían renunciado a sus cargos en medio de denuncias por corrupción e ineptitud en el Gobierno.

Nos referimos al mismo Ozawa, que en octubre debe volver a responder a la justicia por uso indebido de donaciones en la compra de un terreno, y a su inusitado aliado, el ex primer ministro Yukio Hatoyama, quien tuvo que responder por donaciones políticas encubiertas que su propia madre le daba y por las que tuvo que pagar los impuestos evadidos y salir volando del puesto cuando la economía del país se le deshacía entre las manos.

Tres meses después de todo eso, ¿cómo es posible que Ozawa y Hatoyama intentaran retomar el poder del PDJ y el control del Gobierno como si no ocurriera nada? ¿No parece eso indecoroso o indecente?
Kan fue reelegido como presidente del Shaminto y consecuentemente seguirá como Primer Ministro de Japón y su triunfo fue posible gracias a un amplio apoyo de las bases del partido.


No ha ocurrido así en el Congreso, donde el 50 por ciento de las facciones del PDJ se mostraron abiertamente a favor de Ozawa, según muestran los resultados de las elecciones internas.

Así es la democracia, pero así también es la cuestionable política partidaria y su sistema de votación. La abrumadora preferencia de las bases por Kan no coincide con el voto que Ozawa ha recibido de los diputados y senadores que representan al partido.

Al ver esto, uno se pregunta ¿qué significa el deseo del votante común y corriente para estos parlamentarios? ¿están en el Congreso para ponerse al servicio de quién? ¿de una persona supuestamente poderosa como Ozawa o del pueblo y de quienes votaron por ellos?


Lo interesante es que el mismo sentimiento anti-Ozawa que se ha visto en las elecciones internas del Shaminto también existe en la población japonesa en su conjunto. Hasta antes del martes, el 79 por ciento de los japoneses preferían que Kan siguiera como Primer Ministro, aunque una mayoría no estaba de acuerdo con su Gobierno.

Con Kan en el poder la deflación persiste, la fuga de las industrias hacia el exterior se acelera, el consumo sigue débil y el desempleo no cede.


Aún así, la inmensa mayoría de las bases del PDJ y el pueblo en general lo querían a él como conductor de su partido y del país. El NO a Ozawa era clarísimo. Con semejante ventaja ¿cómo es posible que el poder de Kan sea tan pírrico e insuficiente?

Lo que tiene que hacer el Primer Ministro japonés es despercudirse de la indecisión y despreocuparse del factor Ozawa para concentrarse en gobernar con liderazgo claro.

Kan necesita mano firme y más capacidad de decisión para conducir al país hacia la recuperación económica y para devolverle al pueblo japonés la fe en el futuro.

Pero sobre todo, requiere mucha personalidad política para que las miserias morales de su partido no se conviertan en los males de la nación. Quizás así podrá convertir el voto anti-Ozawa en un apoyo real y reconocimiento a su Gobierno.

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