Shinzo Abe afronta su peor momento por un escándalo de corrupción

Foto Kantei

Antonio Hermosín / EFE

Corrupción y ultranacionalismo son los ingredientes del mayor escándalo que afronta el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en su actual mandato, un caso que ha erosionado su popularidad y destapado el poder en la sombra de un lobby de extrema derecha.


El líder conservador ha salido airoso de numerosos entuertos gracias a una capacidad de resistencia que le valió el sobrenombre de «Teflón Abe» y que le ha convertido en uno de los mandatarios nipones más duraderos, pero ahora se enfrenta a un caso espinoso y con consecuencias políticas imprevisibles.

El origen de sus problemas es una institución educativa privada de Osaka (oeste) que promueve contenidos ultranacionalistas, xenófobos y militaristas entre niños de entre 3 y 5 años y que recibió supuestamente un donativo personal de Abe y un trato muy favorable de las autoridades.

Desde que el escándalo salió a la luz a mediados de febrero, han aflorado continuamente nuevos detalles que además del primer ministro implican a su mujer, Akie Abe; a la ministra de Defensa y «protegida» del Jefe de Gobierno, Tomomi Inada, y a otros diputados y altos cargos del Gobierno regional de Osaka.


«Se trata del escándalo más grave que ha salpicado a Abe desde que retornó al poder en 2012», explica a Efe el historiador y profesor de la Universidad Temple de Tokio Jeffrey Kingston, quien señala que la sociedad nipona «aún está a la espera de explicaciones completas y convincentes» sobre el caso.

Los supuestos donativos y facilidades legales concedidos a Moritomo Gakuen -la empresa educativa en el ojo del huracán- han acaparado la atención mediática y el debate político, aunque el caso tiene otra vertiente que apunta a los vínculos entre dicha institución, un opaco «think tank» y el Gobierno.

«Lo preocupante no es sólo el dinero, sino la influencia de la extrema derecha y de la religión que hay detrás de todo esto», destacaba la analista política Kaori Arimoto, en una tertulia en la cadena nipona Fuji TV.


Una guardería de Moritomo Gakuen en Osaka hacía recitar a sus alumnos consignas militaristas, nacionalistas o de apoyo al propio Abe, y distribuía panfletos que reclamaban la expulsión de los inmigrantes chinos y surcoreanos.

El máximo responsable de esta institución, Yasunori Kagoike, dirige también la rama de Osaka de Nippon Kaigi, un «lobby» ultraconservador que defiende el revisionismo histórico o el culto divino al emperador y que cuenta con afiliados de alto perfil, entre ellos el propio primer ministro.


Abe llegó a defender a Kagoike e incluso afirmó a mediados de febrero que compartía con él «puntos de vista ideológicos y educativos», aunque posteriormente ha tratado de distanciarse de esta polémica figura y ha tachado de «inapropiados» los métodos impartidos en sus centros.

Entre otros detalles desvelados en vídeos que han circulado por las redes sociales, la guardería obligaba a sus alumnos a memorizar el decreto de educación del Japón Imperial adoptado en 1890 y en vigor hasta la II Guerra Mundial, que promovía el auto-sacrificio por la patria.

Esta mezcla de ultranacionalismo, revisionismo histórico y sintoísmo es parte de la agenda de Nippon Kaigi, una organización que aspira a «recuperar la grandeza de Japón», según Kingston, quien compara este objetivo con el «Make America great again», el lema electoral del presidente de EEUU, Donald Trump.

Un 40 por ciento de los diputados del Parlamento nipón y la mayoría de los pertenecientes al gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) son miembros de está asociación, según este académico especializado en la historia contemporánea de Japón y los nacionalismos en Asia.

La influencia soterrada de Nippon Kaigi en la política nacional se refleja en la pujanza del Gobierno para reformar el artículo pacifista de la Constitución o en las trabas para permitir la abdicación del emperador Akihito, conocido defensor de dicho punto, señala al experto.

En cualquier caso, el apoyo popular de Abe ha caído significativamente desde que estalló el escándalo y varias encuestas lo sitúan en torno al 50 %, mientras que un 85 % de los nipones rechaza el trato favorable del Gobierno a Moritomo Gakuen y la falta de transparencia sobre el caso, según la agencia nipona Kyodo.

La mayoría de analistas cree que Abe será capaz de superar la tormenta -recurriendo a quizás una remodelación de su Gabinete tras forzar la dimisión de altos cargos, estrategia habitual en casos de corrupción-, aunque también señalan que se trata de una oportunidad idónea para figuras emergentes de su partido y de la oposición.

 

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