Fanáticos de Rubí, de motoristas de Ciudad de México a pensionistas de EE.UU.

Más de un millar de personas acudieron finalmente a la fiesta.

Ceremonia del cumpleaños de Rubi. EFE

Miembros de un club de motoristas de la Ciudad de México, latinos residentes en Estados Unidos y curiosos de su propio pueblo, entre tantos otros, mostraron hoy la peculiaridad del fenómeno Rubí Ibarra, la quinceañera mexicana que se hizo viral en redes sociales con sus fiesta de cumpleaños.

No son el 1,3 millones de personas que afirmaron que asistirían en la convocatoria de Facebook, pero más de un millar de personas se dejaron ver en la primera parte de la celebración, consistente en una misa y una comida en la comunidad de La Joya, en el municipio de Villa de Guadalupe del estado de San Luis Potosi (centro-norte).


«Felicito a las personas y a las comunidades porque gracias a este evento ya los conocen hasta en las partes más distantes de la tierra, hasta en Nepal», señaló Alberto Sumarán, un pensionado de California (Estados Unidos) pero con raíces en Durango (México).

A sus 67 años y acompañado de su mujer, sin perder un ápice de buen humor e incluso imitando el acento español, explicó que habían viajado en autobús desde Los Ángeles (EE.UU.), en un trayecto que duró más de 35 horas.

Su testimonio es parecido al de otros estadounidenses de origen mexicano que aparecieron este lunes, un día después de Navidad, en este diminuto poblado de apenas dos decenas de casas, con una carretera que lo atraviesa y calles sin asfaltar, hoy ocupadas por un centenar de vehículos llegados de distintas partes.


Emocionadas, Betty y Claudia Rodríguez, madre e hija de Houston (Texas) que tienen conocidos en la localidad, llegaron en «troca» (furgoneta grande).

Afirmaron que la quinceañera, a quien habían dado un regalo a primera hora de la mañana, estaba «contenta pero nerviosa», y le desearon una buena celebración, porque tal y como recordó Claudia, esta es «una fiesta muy bonita».

El apuesto Anuar Pinales, de 34 años, sombrero de vaquero y pantalones tejanos, vive en Río Hondo (Texas, EE.UU.) y se pasó el día de Navidades en la carretera para, junto con su esposa, acompañar a Rubí en este día en que, oficialmente, transita de niña a mujer.


«Venimos para apoyarla en este evento masivo. Es algo maravilloso para ella. ¿Quién tiene unos quince así?», se pregunto el hombre, nacido en Tamaulipas y propietario de un taller de tuberías en Texas.

Si su presencia sorprende, más todavía lo hacen un grupo de diez motoristas, hombres y mujeres, con ropas de cuero con nombres grabados como «Los hijos de la chingada».


Vienen de la Ciudad de México, y pensaron en la fiesta de quince de Rubí como la excusa perfecta para descubrir esta parte del país, a unas seis horas de la capital mexicana.

«Fue un evento muy viral, y se han visto muchas cosas malas en este país. Pero independientemente de lo viral que se ha hecho, podemos demostrar que en este tipo de eventos podemos convivir todo tipo de gentes», reflexionó.

José Luis Berástegui, oriundo de Villa de Guadalupe, dijo que allí están «muy contentos» por la familia de Rubí, conformada por su padre Crescencio Ibarra, a quien apoda «Chencho», e Ana Imelda García.

El agricultor, que apenas conoce a los Ibarra García, consideró que este fenómeno es positivo para el pueblo: «Deberíamos estar contentos y no hacer malos comentarios en la redes sociales, pero esto es para lo que sirven», añadió.

Rubí se convirtió en un fenómeno viral luego de que hace apenas un mes la joven apareciera junto a su madre y a su padre en un vídeo en el que el hombre animaba a la gente a asistir a su fiesta.

«Quedan todos cordialmente invitados», dijo el padre en este vídeo que, por el poder de las redes, dio la vuelta a medio mundo, cuando en principio solo tenia que llegar a los miembros de su pueblo y cercanías. Uno de los enlaces en que es posible verlo en Facebook cuenta con más de 5,8 millones de visualizaciones.

Ante una gran presencia de medios de comunicación nacionales e internacionales, Rubí apareció hoy sobre las 11.00 hora local (17.00) en el espacio habilitado en La Joya para la misa y la comida.

Visiblemente asustada por la presencia de tantos focos se dirigió al altar, donde el párroco le conminó a no dejarse seducir por el «ruido».

Posteriormente, y tal y como los padres de la joven habían anunciado, el más de millar de invitados que acudieron pudieron comer arroz, frijoles y carne de puerco con tortillas, antes de trasladarse a una hacienda de la comunidad aledaña de Laguna Seca para vivir una carrera de caballos para aficionados, conocida en la región como «chiva», y el tradicional baile. EFE

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