Las mujeres en la madurescencia. Por Irma Aráuz

Mujeres en la maduresencia.

Cumplir 40, 50 o más años, no nos hace más viejas sino más libres, porque entramos en la etapa de “madurescencia”, un término utilizado por la escritora Christiane Collange (por su semejanza con la adolescencia) para definir la renovación que podemos experimentar frente el cambio hormonal que nos desestabiliza mental, emocional y físicamente cuando entramos a la mediana edad de la vida.

Es un despertar de emociones y sensaciones que nos llevan a rebelarnos y a negar seguir siendo las mismas:


¡Me niego seguir los mandatos sociales que castigan a las mujeres por ya no ser jóvenes, bellas y delgadas! ¡Me niego a sentirme víctima, deprimida y abandonada sólo proque estoy entrando a la segunda mitad de mi vida!¡Me niego a dejar que el miedo, la confusión, el vacío y el cambio me priven de convertirme en una mujer madura, fresca y esplendorosa!

¡Me niego a guardar silencio y poner una sonrisa de “todo está bien” como si nada estuviera pasando dentro de mi!

No estás sola, todo lo que nos pasa es normal cuando llegamos a “cierta edad”.


Y, no porque sigas teniendo menstruación quiere decir, que no tienes que tener malestares como: dolores de cabeza, dolores de hombros, insomnio, cambios de humor, más grasa en las caderas, aceptar que te llamen “señora”, envidia de las jóvenes, invisibilidad, muestras de sorpresa al verte en el espejo más arrugas o más canas, empezar a usar lentes para leer, etc.

 

Aceptar que estás en este periodo es una ganancia que la edad te ofrece para ser, hablar, pensar y sentir lo que realmente quieres. Aprendes a darte permisos para ser tú misma sin máscaras.

 


Es el momento en que te sientes como en una montaña rusa y no sabes qué hacer. Pero cuando aceptas tu madurescencia (para no asustarte con la menopausia), te das permiso para no luchar contra todos esos síntomas.

Aceptar que estás en este periodo es una ganancia que la edad te ofrece para ser, hablar, pensar y sentir lo que realmente quieres. Aprendes a darte permisos para ser tú misma sin máscaras.


En lo personal, darme cuenta de cómo me convierto en una “mujer madura”, una amable manera de llamar al “envejecimiento”, es un tema que en ocasiones me inquieta, en tras me apasiona, en algunas me pesa, aunque al final sólo me enriquezca.

Envejecer, madurar, crecer, es una etapa de turbulencia tan intensa que nada queda en su lugar, si bien descoloca nuestros senos, caderas y muslos, también te sacude de todo lo anquilosado para avanzar en la vida.

Carl Jung, un famoso psicoanalista suizo, escribio en su libro Las etapas de la vida: “Damos el paso a la tarde de la vida sin estar preparados para ello … pero no podemos vivir la tarde de la vida según el programa de la mañana, ya que lo que nos iba bien por la mañana, apenas nos servirá por la noche …”

Muchas llegan a los 50´s sintiéndose solas, asustadas, raras, confundidas, teniendo muchas preguntas y sin saber con quién compartirlas. Pero cuando empieza el cambio y aceptas que es algo “normal” las cosas positivas no se hacen esperar porque al abrir la conciencia, el camino hacia la liberación comienza.

Ser princesa de 40 o 50 o más es maravilloso y el mejor camino a seguir, a parte de la aceptación, es estudiar, leer libros o asistir a talleres de formación y superación personal y si es necesario, buscar ayuda profesional.

Con todo esto no sólo serás una princesa sino una verdadera Reina de tu vida. Y no te olvides, “Tú eres un ser único en el universo que se merece lo mejor aquí y ahora”

¡Ánimo y a Sonreir!

 

(*) La psicóloga, columnista de International Press. E mail: arauzirmaic@gmail.com

 

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