Duterte consolida lazos con Japón e insiste en tomar distancia de EEUU

Quiere que soldados estadounidenses se vayan de su país

Foto Kantei

Andrés Sánchez Braun / EFE

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, defendió su creciente distanciamiento con Estados Unidos durante una visita a Japón destinada a consolidar los lazos bilaterales y evitar polémicas con el primer ministro nipón, Shinzo Abe.


La reunión celebrada entre ambos líderes en Tokio concluyó con la firma de varios acuerdos y memorandos de entendimiento que cubren desde ayuda oficial al desarrollo (AOD) o inversiones en infraestructura y agricultura hasta la venta de equipamiento militar y cooperación en seguridad marítima u operaciones de rescate.

Como era de esperar, en sus respectivas intervenciones Duterte y Abe pasaron de puntillas por el tema que más preocupa tanto a los medios locales como a la Administración nipona: el creciente desapego hacia Washington y simultánea aproximación a Pekín por los que está abogando Duterte, presidente desde junio.

Al comienzo de la cumbre el líder filipino quiso templar los ánimos asegurándole a Abe que su visita a China de la semana pasada se centró en la cooperación económica y comercial más que en tratar «alianzas militares o de otro tipo».


Se dio por hecho que el primer ministro nipón insistiría durante el encuentro en la importancia de respetar la decisión de la Corte de Arbitraje Permanente de La Haya sobre la disputa entre Pekín y Manila a cuenta de unos territorios del Mar de China Meridional tras una denuncia planteada por el anterior Gobierno filipino.

Desde su llegada al poder, Duterte ha restado importancia a ese fallo y ha mostrado su voluntad de solventar amistosamente el asunto con Pekín para nerviosismo de Tokio, que mantiene su propio contencioso territorial con China en torno a otras islas.

Sea como fuere, los dos mandatarios se limitaron a mentar la importancia de «respetar en todo momento el imperio de la ley y la resolución pacífica de conflictos» en la región, incluyendo «lo que acontece en el Mar de China Meridional», tal y como puntualizó el presidente filipino.


No obstante, Duterte volvió recalcar su apuesta por una política exterior «independiente» y más emancipada de Estados Unidos y lo hizo en el estilo duro y directo que le está generando tantas controversias.

Durante un foro de inversión celebrado en Tokio expresó sin ambages su deseo de poner fin a la presencia militar estadounidense en su país «en los dos próximos años».


«Quiero que se vayan y si para ello tengo que revisar o derogar acuerdos ejecutivos (ya firmados con Washington), lo haré», señaló el líder filipino.

En su intervención ante empresas, entidades financieras y altos cargos del Ejecutivo japonés, reconoció la aportación de EEUU como «gran país que ha ayudado a Filipinas de muchas formas», pero señaló que Manila «puede sobrevivir sin la asistencia estadounidense, aunque pueda resultar en una pérdida de calidad de vida».

En cuanto a su acercamiento a Pekín, Duterte, que el jueves cerrará su viaje de tres días a Japón reuniéndose con el emperador Akihito, señaló que quiere «ser amigo» del gigante asiático.

Añadió además que «no necesita armas ni misiles establecidos» en su país, una referencia al mayor despliegue militar que ha implementado el Pentágono en el archipiélago filipino en los últimos años para contrarrestar el auge de China en la región.

A nivel bilateral, Tokio y Manila acordaron un programa de ayuda de 5.000 millones de yenes (46 millones de euros) para desarrollo agrícola en la isla de Mindanao, la llamada «despensa» de Filipinas (y también una de sus regiones más empobrecidas), donde Duterte gobernó como alcalde de su principal municipio, Davao, durante más de dos décadas.

«Los 60 años de relaciones bilaterales nos muestran que Japón es para Filipinas un amigo especial, algo más que un hermano», insistió tras la reunión Duterte al hablar del que es su principal socio comercial y uno de sus principales proveedores de AOD, además del país que acoge a la sexta mayor comunidad de filipinos emigrados.

Abe subrayó también la histórica cercanía de Japón con Filipinas, que además de tradicional destino de inversiones niponas ha tornado ahora en un apetecible cliente para sectores -como el de los fabricantes de equipos de Defensa- a los que su Gobierno busca dar un acelerón.

 

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