María Pagés dará voz a la mujer en Japón, donde aún es marginada

Yo, Carmen (foto mariapages.com)

 

Artista española presentará su última obra en Tokio


Yo, Carmen (foto mariapages.com)
Yo, Carmen (foto mariapages.com)

Antonio Hermosín / EFE

La bailaora y coreógrafa María Pagés se rebela contra el mito de Carmen y da «voz a la mujer» en su último espectáculo, que llevará en abril a Japón, un país donde a su juicio aún hay «mucho por hacer» para lograr la igualdad.


«Es lo contrario de ese conocido arquetipo de la mujer, estereotipada por el hombre como proyección de sus pasiones», relata la creadora andaluza en una entrevista a Efe en Tokio, donde pasó unos días promocionando el próximo estreno de su última obra, concebida como réplica al icónico personaje del siglo XIX.

La «Carmen» del escritor francés Prosper Mérimée y llevada a la ópera por su compatriota Georges Bizet «es una mujer sometida y sin voz propia, porque matan su deseo y su reivindicación de libertad», señala Pagés (Sevilla, 1963).

Por eso ideó «Yo, Carmen» para «dar la voz a la mujer y expresar su deseo», y como trabajo preparatorio realizó entrevistas a mujeres de todo el mundo durante dos años y se inspiró en poetisas de diversos orígenes.


Este espectáculo se estrenó el pasado octubre en Valladolid (centro de España), el mismo mes pudo verse en Singapur y, tras su paso por el teatro tokiota Bunkamura entre el 24 y el 26 de abril, viajará a otros destinos como Francia y Rusia.

Pagés mantiene una estrecha y larga relación con el país asiático, en el que se siente «muy cómoda» y adonde acude con su compañía de danza «prácticamente cada año o cada año y medio».


La última vez que visitó Japón fue en 2013 con su espectáculo «Utopía», un año que le llevó también a organizar un taller de flamenco en Fukushima, la prefectura afectada por la catástrofe nuclear que causó el terremoto y el tsunami de marzo de 2011.

Pagés guarda «un gran recuerdo» de su anterior visita, sobre todo por el «cariño, la pasión y entrega» que caracterizan al público japonés.

«Cuando algo les gusta, se entregan con una fidelidad y una lealtad de por vida. Y esto también sucede con los aficionados japoneses al flamenco», afirmó la artista.

No obstante, señala que el flamenco ha atravesado un «un momento de gran saturación en Japón», tras la gran explosión del género en el país asiático durante las dos últimas décadas.

«Ha habido grandes picos en los que el flamenco estaba muy de moda en Japón, y ahora se ha estabilizado un poco», explicó Pagés, quien, no obstante, añade que su trabajo «no se ha visto afectado» por estos altibajos.

La creadora también aprovecha sus estancias en Japón para buscar inspiración estética, y se declara «fascinada» por las artes escénicas del kabuki y del noh y por la pintura, la literatura y la poesía locales.

De hecho, «Yo, Carmen» incorpora un tanka (poema nipón de cinco versos) de la escritora y feminista japonesa Akiko Yosano (1878-1942), una mujer a quien admira por su «pasión por la vida y su entrega a la poesía».

El de Yosano es uno de los muchos poemas leídos en «Yo, Carmen», junto a los de escritoras persas, árabes, rusas, inglesas, francesas o ruandesas, siempre «con la idea de dar la voz a mujeres en su propia lengua», según Pagés.

En ese sentido, la artista se muestra crítica con la actual situación de Japón, «donde todavía hay muchas mujeres sometidas a la marginación».

Durante sus visitas y encuentros con japonesas, Pagés ha podido observar «cierto cambio» y «un posicionamiento para lograr la igualdad», aunque se muestra escéptica por la evolución social tanto en el país asiático como en el resto del mundo.

«En muchos países se observa una regresión hacia los valores tradicionales. Parece que se ha avanzado mucho, pero de pronto ves cómo por la situación política o económica se ataca a los menos fuertes de la sociedad… Y ahí están las mujeres», señaló Pagés.

Ante este panorama, la creadora ve el flamenco como «una vía para expresar la autonomía de la mujer».

«Para mí tiene sentido lo que hago porque aparte de tener una aportación estética, intento que también la tenga éticamente. Me siento una mujer comprometida con el tiempo que vivo», concluyó con apasionada convicción Pagés.

 

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