La falta de previsión se come el segundo día del festival gastronómico Oishii Perú en Tokio

Japonesas con su plato de "chancho al palo" en el segundo día de Oishii Peru en Tokio.

Hubo ganas, pero la organización fue superada por el flujo de personas y la falta de comunicación. 

 


Japonesas con su plato de "chancho al palo" en el segundo día de Oishii Peru en Tokio.
Japonesas con su plato de «chancho al palo» en el segundo día de Oishii Peru en Tokio.

 

Si el primer día de Oishii Perú realizado el sábado en el Parque Yoyogi en Tokio despertó entusiasmo a pesar de algunos problemas, la segunda jornada vio palidecer a los organizadores que fueron rebasados por la cantidad de público, la falta de previsión y falta de comunicación.

El evento gastronómico fue organizado por la Asociación de Peruanos en Japón, ASPEJA, promovido por la Embajada del Perú, auspiciado por el ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú y la Cancillería Japonesa.


El inicio del segundo día de Oishii Perú no dejó de ser interesante. Francesco de Sanctis, el chef del restaurante Sibaris de Lima, la estrella invitada al festival, por fin pudo montar una sesión demostrativa del Lomo Saltado, que contó con traducción al idioma japonés.

Haber hecho cruzar el océano hasta Japón a un buen chef como De Sanctis solo para preparar los 200 lomos saltados del sábado pudo haber sido un verdadero desperdicio. Hoy domingo tomó la sartén por el mango, un micrófono, una improvisada mesa de cocina y un fogón  y en poco más de una hora dio pequeñas y buenísimas charlas a unos 200 japoneses.

Se calcula que más de 2.000 personas, el 70 por ciento de ellos japonés, pasaron hoy por Oiishi Perú, muchos de ellos transeúntes que cruzaban el bulevar del parque Yoyogi y fueron atraídos por el olor de la comida peruana.


 

Imagen del segundo día de Oishii Perú en Tokio.
Imagen del segundo día de Oishii Perú en Tokio.

 


“SE ACABÓ LA COMIDA, SE ACABÓ LA COMIDA!”

Mucha más gente que la del sábado no hubo.

Cuando el tránsito de personas, que era lo que se deseaba aprovechar en la concepción del evento, presagiaba la coronación suprema del festival las cosas empezaron a fallar.

Poco después de las 13 horas las colas se atascaron, la comida no fue cocinada a tiempo, y al promediar las 14.30 horas la desinformación de las personas encargadas de la caja hizo correr la voz de que “no había comida”. Cómo, si el evento acaba a las 5 de la tarde?

“Comida sí había, lo que se acabó fue el talonario de los tickets. Estamos muy apenados por ese mal entendido que lo vamos a asumir“, dijo Giuliano Castagnetto, presidente de ASPEJA.

Ese error le costó al evento que muchos japoneses se fueran y que los peruanos que llegaron de provincias como Tochigi, Saitama o Kanagawa, creyeran que se habían quedado sin la oportunidad de probar los platos del festival.

Pero no solamente hubo un problema de desinformación. Más temprano varios platos clave en la promoción de la gastronomía peruana en este evento salieron de circulación por falta de insumos. Por ejemplo, la papa a la huancaína.

Luego, algo ocurrió con la venta del cebiche que por un rato salió de circulación. Cuando se normalizó la venta, el público se quejó de la preparación del famoso marinado peruano.

 

La imagen de la tarde en el Parque Yoyogi. La cola.
La imagen de la tarde en el Parque Yoyogi. La cola.

 

LA FUERZA DEL CHANCHO AL PALO

El chancho al palo, que es la carne de cerdo a la brasa, volvió a atraer la atención como ocurrió en el primer día de Oishii Perú. La preparación, el aroma y el sabor gustaron a los japoneses y obtuvo la aprobación de los peruanos.

Muchos de los japoneses se animaron a hacer cola luego de observar la manera cómo se asaba la carne de cerdo. “Oh, omoshiroi”, qué interesante, exclamaban y tomaban fotos o filmaban la preparación en sus celulares.

El lío fue que a diferencia del sábado hubo menos carne aderezada y no pudo ser asada a tiempo. Poco después del mediodía se empezó a sentir el impacto. La brasa se demoraba mucho y la cola iba creciendo y creciendo sin avanzar. Hasta 50 minutos de espera por un plato.

A esto se sumó la desinformación en las colas del pollo a la brasa y chorizo que complicaron la atención.

Solo la infinita paciencia del público japonés y la madurez de los peruanos hicieron que la falta de organización en las colas se digiriera sin apenas quejas en ese momento.

Varios japoneses que se retiraban del parque sin comer y que fueron encuestados no se incomodaron mucho con los desajustes del festival porque confesaron que “se lo encontraron en el camino” y que por curiosidad quisieron probarla.

El enojo vino de los peruanos, muy conocidos como exigentes comensales y muy orgullosos de su cocina. Además de sus críticas a la comida, llamó la atención de que no hubiera restaurantes de la comunidad invitados al evento.

“Aquí hay argolla. No avisaron a nadie”, coincidieron en decir a International Press propietarios de restaurantes que acudieron a Oishii Perú.

Todo no fue tan malo. La marinera, el tondero, la música folclórica y el buen cierre salsero de la orquesta Conquistando, le pusieron garbo, ritmo y sabor a una fría tarde que pudo ser realmente maravillosa. (Nancy Matsuda/International Press)  

 

 

 

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