Un homeless en Japón puede ganar hasta 3 millones de yenes al año

Comunidad de homeless en Japón (foto Twitter @MUSYOKU_FES)

 

Muchos prefieren vivir al margen de la sociedad


Comunidad de homeless en Japón (foto Twitter @MUSYOKU_FES)
Comunidad de homeless en Japón (foto Twitter @MUSYOKU_FES)

Cuando uno piensa en un homeless, piensa en un indigente, una persona que pasa hambre y frío. Eso no es necesariamente cierto en Tokio.

Una persona sin hogar también puede tener ingresos, y unos ingresos nada desdeñables, como revela un artículo publicado por el sitio web RocketNews24.


Un homeless de 60 años que lleva 13 viviendo en las calles revela que gana unos 3 millones de yenes (29.500 dólares) al año. Otro, que lleva doce años como homeless, dice que percibe alrededor de 100.000 yenes (985 dólares) al mes.

¿Cómo una persona sin hogar puede ganar semejante cantidad de dinero? Recogiendo basura y dedicándose a la reventa de cosas que otros desechan.

Recoger latas de aluminio y enchufes eléctricos durante seis días a la semana permite obtener suficiente metal para recibir a cambio hasta 1.000 dólares al mes. Un smartphone hallado en la basura se puede vender en alrededor de 7.000 yenes (69 dólares). También se pueden recoger revistas, cómics y otras publicaciones que los pasajeros dejan en los trenes y revenderlas fuera de las estaciones.


Se puede vivir bien siendo un homeless. Uno de ellos asegura llevar una vida relativamente cómoda. Gasta la mayor parte de su dinero en comida (pollo, vegetales, etc.) y cigarros, pero evita la carne de res, el alcohol y la comida rápida o de tiendas de conveniencia porque –dice– no son saludables (habría que recordarle, sin embargo, que fumar no es precisamente bueno para la salud). Otro hombre, que vive cerca de un río, cultiva sus propias verduras y frutas.

Por lo visto, ser un homeless implica no desperdiciar nada, ni el agua de lluvia. Las baterías viejas de automóviles pueden ser utilizadas para alimentar aparatos eléctricos y el agua de lluvia se puede almacenar en recipientes.  Hasta tener una mascota en estas condiciones es más fácil que viviendo en un apartamento.


La mayoría de personas sin techo en Tokio (se calcula que unas 2.300) son hombres de mediana edad o mayores. Muchos fueron oficinistas e incluso empresarios, gente que podría considerarse exitosa y que por una razón u otra se convirtieron en homeless.

Cuando se piensa en una persona sin hogar, también se piensa en una persona solitaria, aislada del mundo. Eso tampoco tiene que ser necesariamente cierto. Al contrario. Hay comunidades de homeless que viven en carpas de lona y que probablemente tienen más relación con sus vecinos que cuando vivían en casas o apartamentos.

Sin embargo, su futuro es incierto. Las autoridades quieren embellecer la capital japonesa para albergar los Juegos Olímpicos de 2020. Y ello implica deshacerse o “arrimar” a los homeless. En varios parques se han colocado letreros a través de los cuales les exigen que muevan sus carpas y se muden.

Ser un homeless puede ser una tragedia, la ruina de un hombre o una mujer, pero también un estilo de vida alternativo preferible a la vida en sociedad. Como dice un hombre mayor: “Después de pasar un año como un homeless, las personas no quieren volver a trabajar, porque vivir sin un reloj despertador es una bendición”. (ipcdigital)

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