La vida en Japón puede acabar con el lenguaje de los sentimientos en la casa. Por Dra. Nélida Tanaka

La comunicación madre e hija es fundamental.


Psicóloga Nélida Tanaka

“No sé que es lo que siento, tan solo llega un momento que ya no me aguanto y empiezo a tirar todo lo que encuentro a mi alrededor. ¡No es que quiera hacerlo adrede, no es que quiera romper las cosas! Si yo misma no sé por qué lo hago!”.

Así gritaba amargamente una adolescente mientras su madre, una inmigrante hispanohablante en Japón, la recriminaba por todos los destrozos causados. Tanto se había esforzado por criarla y ver que ésta era la manera de pagarle, no podía creerlo.

La madre tuvo que cuidar a sus dos hijas sola después de divorciarse y sin el apoyo de ningún familiar ya que ella era la única que había venido a Japón poco después de casarse. No es difícil imaginar lo duro que habrá sido su vida teniendo que hacer de madre y de padre a la vez, tratando de ganar  lo posible con sus horas extras.


Esta vida forzada la dejaba rendida, cuando regresaba a la casa ya no tenía ni ganas de hablar. Cocinaba a las prisas y les daba de comer a las niñas. Lo único que le tranquilizaba era ver las telenovelas después de que ellas se dormían. Nadie puede culparle, pero pasados los años estamos viendo que su hija no tuvo la oportunidad de aprender a expresar sus sentimientos en palabras.

Son las experiencias de la comunicación diaria a través de las cuales el niño aprende naturalmente. Si se tropieza y cae al suelo, y empieza a llorar, son las palabras de “ay, mamita como duele, no?, pobrecita!”, que la calman y le enseñan que ella llora por el “dolor” que le afecta; así en el futuro ella aprenderá a decir “me duele” cuando tenga la misma sensación.

La comunicación madre e hija es fundamental.

Si la niña llora y golpea a su mamá porque regresó tarde, las palabras de la madre deben ser: “perdón mamita por haberme atrasado, seguro que te has preocupado, no? Seguro que también estás enojada porque no llegué a tiempo, no?”. De esta manera enseña a la niña que lo que sentía era preocupación y también enojo. Gradualmente la niña aprenderá las palabras correspondientes a lo que siente, ya no serán las sensaciones molestas que no podía identificar y que le alteraban. Es la empatía que la madre siente por los sentimientos de su hija lo que le permite identificarlos y traducirlos en palabras.


El lenguaje de los sentimientos está muy arraigado a la infancia, por lo que la lengua materna es la mas apropiada e innata para transmitirlos, es la comunicación de madre al infante. Para que una persona pueda reconocer sus sentimientos y expresarlos en palabras, para que no sean desfogados en acciones crudas sin significado comprensible, es necesario que acumule la experiencia de aprender el vocabulario de las sensaciones y de las emociones.

Nunca es tarde, encontremos un tiempo para escuchar a nuestros hijos, para comunicarnos, para enseñar también el lenguaje de las emociones.


*Psicóloga clínica, contacte con ella llamando al 090-2245-4021 o por correo electrónico: consultas@hotmail.co.jp

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