“El fútbol de Japón necesita separarse de papá Brasil”, dice Miguel Rodrigo

Reveladora mesa redonda en el Instituto Cervantes de Tokio con Popovic, Miret y Kaoru.

Miguel Rodrigo, entrenador de la Selección Japonesa de Fútsal

“El fútbol japonés habla en español”, ha sido el título de una mesa redonda reveladora y crítica que ha pedido cambios en la mentalidad del futbolista nipón, revisión de los autoritarios métodos de formación de niños y un saludable alejamiento del “big brother, Brasil”.


Organizada por el Instituto Cervantes, la mesa redonda reunió en Tokio a los españoles Miguel Rodrigo, entrenador de la Selección Japonesa de Fútsal, y Joan Miret, preparador de arqueros del Shonan Bellmare, al serbio Ranko Popovic, ex jugador del U.D. Almería y actual técnico del Tokyo FC, y el nipo-peruano Kaoru Morioka, jugador del Nagoya Oceans y goleador de la Liga de Fútsal de Japón.

Unas 150 personas, en su mayoría japoneses, escuchaban con mucha atención para no dejar escapar frase alguna. Ésta no iba a ser una inocua charla entre expertos japoneses en las que todo se remueve para dejar las cosas en el mismo sitio.

LO POSITIVO Y LO NEGATIVO


Se puso en evidencia el ancestral terror al error que ha llevado a esta sociedad a niveles de perfección alucinantes, el culto al trabajo y el tremendo respeto a las jerarquías, valores que, curiosamente, podrían haberse convertido en el techo que impide a Japón continuar el espectacular salto que han logrado dar en apenas dos décadas de fútbol de competencia.

“Lo positivo de los japoneses son las ganas que tienen para trabajar. Lo negativo, la falta de toma de decisiones que significa no querer asumir responsabilidades. El japonés se preocupa y avergüeza con el fallo. Tiene temor a fallar y en el fútbol no importa como caigas sino cómo te levantas”, manifestó Popovic.

“Se trata de que crean más en sus posibilidades, de que tengan más confianza en sí mismos. Si Japón cambia algo de su mentalidad llegará a top mundial en poco tiempo. En el 2022 quedará entre los 4 primeros del Mundial”, vaticinó.


Pero por encima de lo postivo y negativo, están los excesos. En los clubes hay un sobre entrenamiento está afectando al jugador japonés. Demasiadas horas de práctica que están afectando su físico y poniendo en riesgo su futuro porque se ven amenazados con lesiones a las rodillas a los 27 y 28 años de edad.

Hace falta que el japonés asocie las prácticas más a la emoción que a la productividad. La presión a la que se someten les impides incluso disfrutar el momento. “Quiero verlos disfrutando, riendo, pero en Japón disfrutar y trabajar no van juntos”, sentenció el buen Popovic.


Popovic, entrenador del FC Tokyo

EL NUEVO GOLERO JAPONÉS

Joan Miret, un respetado preparador de goleros en España, se ha propuesto transformar los esquemas de la jerarquía y hacer de los goleros japoneses tan emotivos como atrevidos. Quiere gente que se rebele a los esquemas, que se exprese y no tema a nada. Lograrlo le ha costado bajar 10 kilos de peso de no dormir, de pensar las maneras de llegar a lo más profundo del espíritu del jugador japonés. Quiere cambiar algo y en eso anda, “que he venido aquí para eso”.

Miret es el líder de los entrenadores de arqueros del Bellmare y se ocupa directamente de preparar a los goleros de 13 y 15 años de edad. Si sus planes marchan bien, dentro de tres años el equipo tendrá bajo los palos a los mejores guardametas de su historia, y lo que es mejor: hechos en casa.

Para ello, el español ha empezado por marcar las nuevas líneas entre la conducta en el campo y la tradicional manera de ser del japonés, acostumbrado a pedir perdón por todo y entumecer el cuerpo tan pronto se dirige al más antiguo del grupo o al propio preparador.

“Cuando estamos en el campo nada de ‘san’ ni ‘sumimasen’. No quiero nada”, afirmó ante las miradas incrédulas del público.

“Cuando llegué dije que en dos meses quiero que estos jugadores me abracen. ‘Imposible’, me dijeron. Pero lo he logrado”, se congratula.

También quiere reducir el impacto del error en la mentalidad japonesa. Por eso ha decidido decirles que “si cometen un error, el error es mío. Si fallan, mondai nai (no hay problema). Será porque los he preparado mal”, dice.

“Ahora somos como una secta, como lo es el golero por naturaleza. Medio locos, solos, como que nadie viene a celebrar un gol con nosotros pero nos miran mal cuando nos encajan uno, pero somos un equipo en medio de todo ello. Hay un grado de complicidad entre ellos y yo, que es lo que he traido aquí”, explicó Miret.

Joan Miret, preparador de arqueros del Shonan Bellmare

INFLUENCIA BRASILEÑA: BUENA Y MALA

Rodrigo, es el entrenador de la selección de fútsal de Japón. Ya ha coronado al equipo como campeón de Asia y por primera vez en su historia logró que Japón pasara la fase de grupos en el Mundial de Tailandia.

Rodrigo se ha lanzado a una cruzada que de tener éxito trastocará los cimientos del fútsal japonés, la mentalidad de los jugadores y técnicos locales.

Cuando no hay selección recorre el país impartiendo charlas, visitando clubes, conociendo instalaciones deportivas, observando y aprendiendo las costumbres y presenciando entrenamientos del fútsal base, que es su principal preocupación.

“He conocido métodos aquí para niños de 6 años que parecen de Esparta”, afirma Rodrigo para criticar el autoritarismo, la severidad y la casina repetición de los ejercicios con que forman a los niños en las escuelas de fútsal.

Luego, Rodrigo no ha tenido reparos en criticar la influencia que Japón tiene del que ha llamado con sarcasmo “su big brother, Brasil”.

“La influencia brasileña en Japón ha hecho mucho bien y mucho mal. Le ha hecho subir muy rápido de nivel, pero en base a una metodología de trabajo que es muy analítica y repetitiva”, afirma el técnico valenciano.

“Yo presumo del fútbol español y de su fútbol sala que tiene un método integral muy relacionado a la táctica. Japón necesita separarse de papá Brasil”, dijo.

Rodrigo ha respondido a la inquietud de un asistente que preguntó porqué no venían a Japón estrellas del fútsal español para jugar en la liga local.

“A diferencia de España o Brasil, que reciben campos en cesión y facilidades, los equipos de la liga japonesa gastan entre el 50 y 55 por ciento en el alquiler de instalaciones. El presupuesto no se destina a salarios”, explicó Rodrigo.

Y es cierto. Los monumentales coliseos municipales japoneses son tan lindos y baratos como inaccesibles para los clubes de fútsal que se han profesionalizado y necesitan apoyo para desarrollar esta disciplina.

“Algunos equipos japoneses tienen más presupuesto que un equipo español, pero los gastos en instalaciones son mayores”, insistió.

Kaoru, Popovic, Rodrigo y Miret

LA MENTALIDAD DE KAORU

Kaoru Morioka, no llegó a Japón para intentar transformar el fútbol. A él lo “obligaron” a venir, a dejar su escuela, sus amigos y a alejarse de la Lima que lo cobijó hasta los 12 años de edad, cuando sus padres decidieron emigrar a Japón.

En la escuela japonesa no pudo asimilar las lecciones. No entendía lo hablado y menos lo escrito. Su liberación era el recreo, el fútbol, el único lenguaje que el que podía entenderse con sus compañeros de clase.

Kaoru tiene la virtud de ser mitad nipón mitad peruano. Es posible que tanto su potencia física como su mentalidad lo haya llevado a escalar en el fútsal japonés habiendo empezado a practicarlo tan tarde, recién desde los 21 años.

No se hace problemas con el error. Falla un disparo y vuelve a pedir pelota para intentarlo de nuevo. Su lado japonés lo traiciona algunas veces y se derrumba, pero no pasa mucho rato para que vuelva a ser el mismo guerrero de siempre.

Kaoru considera que es el hambre y la desesperación de saberse con 34 años lo que evita que pierda tiempo en el páramo de la duda y la seducción de la comodidad japonesa.

“Estás en un país en el que si te quitan el fútbol puedes trabajar en cualquier otra cosa. En otros países, si el futbolista pierda el empleo queda en la calle”, sostiene.

“Yo tomé en serio cada minuto en el Nagoya Oceans. En la Selección voy a aprovechar cada día que tenga como convocado. No quiero volver a la fábrica. Mis amigos japoneses sentían otra cosa. Si no les iba bien podían dejarlo todo para trabajar en una oficina”, manifestó.

Hoy, Kaoru es desde hace varias temporadas el goleador de la Liga Japonesa. Se nacionalizó y es el “9” de la Selección Japonesa, su figura es una de las más mediáticas, tiene un libro sobre su vida escrito en japonés y es habitual en la TV local que siempre hurga en los secretos de su mentalidad ganadora.

Al cierre de la mesa redonda, el Instituto Cervantes ha prometido que la discusión en torno al futbol japonés continuará, siempre en español. (Luis Álvarez/ipcdigital)

Kaoru Morioka

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