Enrique Higa: Divagaciones

En The walking dead, el mundo es un caos infestado de zombis, no hay gobiernos, las comunicaciones están rotas, el futuro parece muerto. Los sobrevivientes solo aspiran a dos cosas: no ser mordidos por los muertos vivientes y encontrar comida.

Por Enrique Higa


Esta serie me recuerda a los protagonistas de La carretera, la novela de Cormac McCarthy: un hombre y su hijo que han sobrevivido al apocalipsis y cuya existencia consiste en buscar comida y huir de atilas, asesinos, caníbales, otros sobrevivientes como ellos.

No parece haber esperanza para nadie. ¿Hay en The walking dead algún sitio en que no falte comida y los humanos no vivan aterrados por los zombis? ¿El padre y el hijo de La carretera están condenados a pasar el resto de sus vidas intentando no morirse de hambre o ser cazados?

Quizá jamás lo sepamos.


La vida es dura para Jack Bauer. Ha visto sufrir y morir a sus seres queridos mientras salva a Estados Unidos de ataques terroristas. Ha impedido que destruyan a su país, pero no que asesinen a las mujeres que ama.

Sin embargo, él tiene elección: puede jubilarse para vivir tranquilamente. Sabe que otra vida es posible.

En cambio, los sobrevivientes de The walking dead y La carretera están fritos. Para ellos no hay elección, no hay esperanza. La vida no es vivir, sino no morir.


Pienso en esto y me acuerdo de Mario Vargas Llosa. Es el extremo opuesto. Ha ganado el Premio Nobel, es exitoso, feliz, millonario y tiene una bonita familia. Es un hombre completamente realizado. ¿Qué más puede ambicionar?

Unos no tienen nada, ni siquiera sueños. El otro lo tiene –merecidamente– todo.


(Alguien dirá que no debo mezclar personajes de ficción con personas reales. No importa. El punto no es ese. Además, algunos personajes ficticios son muy reales).

En el medio estamos la mayoría. Los que tenemos la suerte de tener el estómago lleno y albergar sueños, pero también los que probablemente jamás nos realizaremos por completo.

Los que estamos llenos de dudas. ¿Qué es mejor: ser ambiciosos y cumplir con hercúlea voluntad cada paso de un plan que debemos urdir para conquistar el mundo, o dejarnos llevar, que la vida fluya naturalmente y nos sorprenda cada día?

Pienso en esto y me acuerdo de Albert, un joven catalán de 19 años al que vivir sujeto a una silla de ruedas no impide viajar por el mundo, sin dinero y haciendo autostop. ¿Por qué viaja? Porque eso lo hace feliz.

Albert cuenta que hay gente que no viaja porque tiene miedo de que le ocurra algo. “Tenemos miedo de demasiadas cosas, el miedo es lo contrario de la felicidad”, afirma.

“La vida es tan simple y bonita”, agrega. Tiene razón. Somos nosotros los que la complicamos. Con nuestros miedos, por ejemplo.

Este chico no tiene ni 20 años, pero sabe vivir mejor que tantos que lo duplicamos o triplicamos en edad.

Su filosofía de vida cabe en una docena de palabras: “Disfruto, para eso estamos aquí. Simplemente debes hacer lo que te apetezca”.

(La maravillosa historia de Albert la descubrí en Orsai, uno de mis blogs favoritos. Aquí: http://orsai.bitacoras.com/2010/12/el-viaje.php).

Pienso en gente feliz y me acuerdo de Lionel Messi. Yo creo que Lío es feliz no por ser millonario o famoso, sino porque hace lo que le apetece: jugar. Más aún, creo que la fama no le gusta y que le importa poco el dinero. Su felicidad es el fútbol.

Pienso en Messi y me acuerdo de Cristiano Ronaldo. Creo que CR7 no es feliz jugando. Él está obsesionado con ser el número uno. El fútbol, en su caso, es solo un pretexto para intentar mostrarle al mundo que es el mejor. Además, ¿cómo va a ser feliz si Messi lo supera con largueza?

(Notables los dos goles que Lío le anotó a Real Sociedad. En el primero, arranca de mediocampo, arma ¡una triple pared! con Dani Alves y define al borde del área chica con delicadeza. En el segundo, se deshace de cuatro adversarios y vence al arquero con un remate cruzado).

Marcelo Bielsa dijo una vez: “Hay gente que tiene éxito y no es feliz; hay gente que es feliz y no necesita el éxito”. ¿Y si eso que llaman éxito no es otra cosa que felicidad? ¿Y si la felicidad no es otra cosa que hacer lo que te place? Por eso creo que Albert es tan exitoso como Messi.

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